Todo sobre el Sport

2014 ha hecho mutis por el foro. En el momento de bajar el telón, los espectadores de los últimos 365 días propinaron una sonora ovación a los deportistas españoles. Sobre el escenario, presencia mayoritaria de mujeres. Los últimos 12 meses han vivido la explosión del deporte femenino. Sus resultados combinan cantidad y calidad. Algunas se han mantenido en la élite; otras ha subido un peldaño hasta rozar la excelencia. Han surgido campeonas en territorio comanche.

A la majestuosa Mireia Belmonte —10 medallas—, se han unido Lydia Valentín —campeona de Europa de halterofilia—, Ruth Beitia —oro continental en altura— o Carolina Marín —ganadora del Mundial de bádminton—, entre otras. Éxitos individuales, pero también colectivos. Baloncesto, balonmano, waterpolo o la sincro han subido al podio. Incluso el fútbol ha derribado una barrera impensable al sacar el billete para el Mundial de Canadá.

El 69% de las medallas en grandes eventos llevan nombre de mujer

Por primera vez desde 2007, son las mujeres quienes comandan los éxitos del deporte español. Las 217 medallas femeninas en deportes olímpicos por las 208 masculinas en este periodo de tiempo así lo atestiguan. En el pasado año, el 69% de las medallas en grandes eventos llevan nombre de mujer.

El bagaje de 2014 ratifica que el cambio producido en la sociedad durante las últimas tres décadas también ha llegado al deporte. "Hace unos años a la mujer deportista se la veía como una persona rara y muchas veces se la tachaba de hombruna", comenta Jorge Dueñas, seleccionador de las Guerreras, plata en el Europeo. Una opinión compartida por Miki Oca, campeón de Europa con la selección femenina de waterpolo: "Antes, el deporte de competición era socialmente más una cosa de los hombres. Eso ha pasado a la historia. Ahora las mujeres se dedican a la alta competición y arrasan".

Theresa Zabell, doble campeona olímpica en vela, incide en esta tesis: "La evolución de la mujer en el deporte es un reflejo de su evolución en la sociedad. En las universidades, las mejores notas las sacan las chicas. Hasta hace no mucho tiempo, las mujeres ni siquiera podían participar en los Juegos. Por eso, han llegado con muchas ganas de demostrar que pueden estar ahí".

Este nuevo rol de la mujer es una realidad. No solo lo percibe Zabell en comparación con su época como regatista, también una campeona no olímpica en activo como Laia Sanz: "Antes la chica que hacía deporte era un bicho raro y ahora es más normal. Ona o Mireia son guapísimas, chicas normales... y ahora se nos ve como tales. Nosotras también hemos cambiado nuestra mentalidad, entrenamos y nos esforzamos como los chicos".

Presente: más ayudas
El cambio de mentalidad de la sociedad va aparejado con un incremento de las facilidades otorgadas a las mujeres para practicar deporte. Los clubes han apostado por el deporte femenino, cuando hace unos años eran coto privado para chicos.

Las instituciones también han fomentado el deporte femenino. "El CSD está poniendo mucho énfasis en que las Federaciones promocionen a las mujeres. Yo no creo en la discriminación positiva, pero es la única forma de demostrar que estamos ahí", comenta Virginia Gómez, mánager de Laia Sanz. No en vano el Programa Mujer y Deporte de 2014 fijó una dotación de un millón de euros a las Federaciones con el objetivo de "promocionar, facilitar e incrementar la participación femenina en todos los ámbitos del deporte".

"En cuanto se ha cuidado a las chicas, se les ha dado facilidades para entrenarse, buenas instalaciones, ahí tenemos los resultados: ganan medallas", señala Oca.

El waterpolo es un fiel reflejo de esta evolución. Hace 20 años era una osadía dedicarse a esta especialidad deportiva: "El waterpolo femenino tenía una calle de dos o tres metros para entrenar, no había ayudas económicas; las chicas debían trabajar y no tenían tanto tiempo para entrenar. Muchas chicas acababan dejando el deporte", recuerda Miki Oca.

Pasado: penurias pretéritas
Sagrario Aguado o Carolina Pascual vivieron las penurias del pasado. Aguado dominó el salto de altura durante una década, desde mediados de los 60. Seis veces campeona de España, sus comienzos no fueron fáciles. "Era una época en la que la sociedad no veía el atletismo femenino. Había pruebas prohibidas para mujeres, como los lanzamientos. Ver a una mujer con chándal era raro", recuerda.

En aquellos tiempos, las ayudas escaseaban. Solo recibían 4.000 pesetas durante dos años por ser campeona de España y plusmarquista nacional. Sus cábalas para compaginar vida y deporte eran un fiel reflejo de las vicisitudes que pasaba al entrenarse: "Hasta después de los Juegos de México no teníamos foso. Entrenábamos en la piscina universitaria utilizando una toalla como foso".

Carolina Pascual dejó la gimnasia rítmica al año de ganar la plata en Barcelona 92. Con 17 años dijo adiós. "Quería salir por la puerta grande y acabar como medallista. Podía haber seguido tres o cuatro Juegos Olímpicos más, pero de aquellas no tenía patrocinador, ni ayuda de nadie. Si me hubiera pillado ahora hubiera sido diferente", recuerda.

Carolina dejó el colegio con 11 años para dedicarse de pleno a la gimnasia. Su madre, al volante de un Seat 127, la llevaba cada día de Orihuela a Alicante. Dos horas de viaje para poder entrenarse ante la falta de instalaciones en su localidad natal. Aunque fue última en su primer Campeonato de España, su plena dedicación la convirtieron en un baluarte del equipo nacional. "Eran otros tiempos, teníamos una disciplina severa, todas las componentes del equipo nacional [18 niñas] estábamos concentradas en La Moraleja (Madrid)", apunta.

El sueño olímpico
El día a día era solo pensar en entrenamientos para firmar un buen papel en los Juegos de Barcelona. Carolina pensaba en mucho más: "Mi objetivo era ganar. No me arrepiento de nada. Para llegar a la plata tuve que sacrificar mucho, pero estaba dispuesta". Tanto esfuerzo encontró recompensa, aunque una vez retirada le costara retornar a la vida real. No fue fácil volver al colegio con 18 años para cursar 6º de EGB.

"Hoy día en la rítmica han bajado las horas de entrenamiento, porque se han dado cuenta de que se puede reducir el ritmo y así las chicas pueden seguir con sus estudios", comenta Carolina que ahora ejerce de maestra de futuras gimnastas.

El año recién concluido ha supuesto la consagración del deporte femenino a nivel colectivo. Los otrora éxitos individuales se extrapolan también a las selecciones. Las chicas del básket plantaron cara a las todopoderosas estadounidenses en la final del Mundial. El combinado femenino de waterpolo se coronó como el mejor del Viejo Continente. Las Guerreras se colgaron la plata en el Europeo de balonmano. "Los éxitos no son circunstanciales, ha habido trabajo y apoyos. La labor de clubes y entrenadores ha sido muy importante", confirma Dueñas.

El primer gran hito del deporte femenino a nivel de selección se alcanzó en los Juegos de Barcelona. El combinado de hockey hierba se alzó con el oro. "Nosotros rompimos un poco el hielo por el alto compromiso con el rendimiento y el objetivo", recuerda José Manuel Brasa, seleccionador en 1992.

Brasa planificó la hoja de ruta para optar a las medallas. Habló alto y claro dentro del vestuario. Exigió esfuerzo máximo. Y encontró un sí abrumador en las integrantes de aquella selección. "Me vanaglorio de ser un pionero de los que dimos capones a los políticos para que los deportistas de alto nivel tuvieran plazas en el INEF —yo metí a dos chicas del hockey el primer año— sin la misma exigencia de notas", apunta.

Futuro: igualdad total
El efecto llamada de las actuales campeonas impulsará el número de chicas deseosas de emular a Mireia, Carolina, Ruth, Pareja o Mangué. Los recortes se perfilan como el principal obstáculo para mantener este listón. "Cada vez va a estar más complicado obtener éxitos, tanto masculinos como femeninos. Ha habido mucho apoyo estatal, pero al quitar esta pata de la silla los éxitos van a repercutir bastante y va a ser difícil poder mantener el nivel de medallas", comenta Dueñas.

La dinámica de resultados, tal y como refleja el informe que acompaña estas líneas, incide en el peso adquirido por las mujeres los últimos años hasta superar en resultados a los hombres. "Tendríamos que llegar a ser tan parejos que no se hable ya de deporte masculino o femenino sino de deporte en general. El hockey ha hecho bien al decidir que los equipos sean mixtos hasta infantil. Eso ha ayudado mucho al deporte femenino", afirma Brasa. "A ese paso vamos a llegar en breve, solo hablaremos de los éxitos del deporte español, sin distinciones de género", corrobora Miki Oca.

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viernes, 2 de enero de 2015

LAS MUJERES AL PODER

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